domingo, 16 de febrero de 2014

El niño de la sequía - Manuela Bodas Puente


La lluvia se abre en el silencio acumulado de la noche.
Desde mis manos se extienden los quejidos
de todos los desaparecidos de la tierra.
De todos los que han pagado con su piel,
un futuro amargo,
en las esquinas de otras tierras.
En cada esquina un jirón de piel con hiel,
cóctel  que bien batido con hielo picado,
tan solo cuesta un…, mira para otro lado.
En cada esquina un jirón de piel con hiel,
un terrón de sangre acumulando muerte,
la moneda más corriente
del pobre.
La lluvia, que enfría las entrañas de la agonía,
me recibe en otro continente,
como si fuera un extraño,
a mí, que llevo siglos
dando la vuelta al pecado.
El pecado, ese planeta pesado,
instalado en las venas del egoísmo,
que construye leyes,
sentencia superioridades,
y se levanta como un gigante
sobre sus propias criaturas.
Sin embargo yo,
me declaro inocente de no tener nombre,
de no ser más que una piedra
en mi propio camino.
Ahora que he llegado a la polución y a la ruina,
quiero volver al origen,
al niño de la sequía,
a los pechos secos de mi madre.



En mi tierra al menos, el polvo no albergaba
falsas esperanzas,
ni tenía un reloj de pulsera
que me indicara,
cuántas horas de invida
me quedan todavía.
El niño de la sequía.
Así me llamaban en el poblado,
porque milagrosamente, sobreviví a todos los niños
que habían nacido en aquel año,
donde el agua,
se evaporaba hasta de las lágrimas.
Ahora soy el hombre de la sequía.
Aquí no existe para mí la magia de la risa,
todos caminan cabizbajos y suspicaces,
con las manos en los bolsillos, sujetando
sus propios sufrimientos,
o calentando sus errores.
Aquí la vida es desierto,
nadie se para a plantarle cara al agujero
de la soledad.
Un agujero tan grande que está abduciendo
las almas como si fueran diminutas golosinas.
Aquí no soy el único pasajero,
todos son errantes figuras en un desierto sin sueños.
Son esqueletos de risas, vuelos sin golondrinas.
Me vuelvo a mi pueblo,
al menos en mi aldea,
quedan hermosas manos
que tejen cuentos,
que amasan casas,
que alimentan a besos.

(c) Manuela Bodas Puente 
Veguellina de Órbigo
León
España

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